Se termina un año más en el que hemos sido testigos de la decadencia a pasos agigantados del barrio, año que empezó con la muerte de doña Ramona y que termina con las demoliciones sobre la 24
También el año de la inflación exacerbada de los precios, y es que si bien la plata ha perdido valor 100k siguen siendo dinero, gentes que me conocen en este oficio desde hace tiempo saben que he llegado a pagar mucho mas que eso por un servicio en el santa, en el castillo pagaba 150 o 200k hace unos 10 años pero lo hacía con una erección mas dura que el mármol provocada por la belleza o la simpatía de las fulanas, hoy ya ni eso, hoy esta plagado de chicas más pendientes de sus celulares que de acechar a sus clientes, los negocios están plagados de monolitos insípidos como Zoe quien en un ataque de selectividad ahora dice no subir con nadie, morrongueria producto de un irónico gesto de fidelidad pues ofreciéndole suficiente dinero sigue subiendo como lo solía hacer hace algunos años, tampoco nos perdemos de nada, tengo un recuerdo sin mucho entusiasmo de su pesado culo rubio y nada más. y es que Zoe es precisamente el resumen de lo que queda en los clubes, las pocas chicas atractivas o cobran tarifas estrafalarias o son chicas con menos simpatía que un cubo de hielo, ya lo que quedan son las chicas poco agraciadas que están mas al tanto de sus móviles que de rebuscarse el pan como lo hacían en los viejos tiempos o en el peor de los casos solo quedan las momias con ínfulas de divas como la cleo.
Ya en las calles, pues no ha quedado más que recurrir a las streetfighters de confianza, la verdad acá tampoco queda mucho margen como lo había en otros tiempos, pero es que ya las callejeras prefieren cuadrar por algún aplicativo o con sus contactos antes que parquearse en el barrio, nunca pensé decirlo porque al fin y al cabo yo se lo que es ser extranjero y detesto la xenofobia, pero los venezolanos arruinaron el santa, la explotación ya es miserable, obviamente esto no es nuevo en el barrio, pero antes el santa era más una vitrina donde las chicas ofrecían sus servicios para obtener algún dinero con cierta libertad, es decir, eran putas ejerciendo su oficio, ahora las residencias están plagadas de mujeres explotadas por sus maridos rufianes y las que van por libre están siendo chantajeadas con cuotas de piso absurdas, entonces así ya tampoco queda nada.

Pero no todo fue malo, de vez en cuando aun se puede ver así sea por un instante efímero alguna Estefanía, alguna Andrea o alguna Penélope. Aún hay chicas guapísimas y ambiciosas que aparecen en el barrio así sea por brevísimas temporadas dando su amor antes de que se larguen a otros lugares donde podrán ganar mas para pagarse sus interminables caprichos y vicios, eso sí, la gentrificación del barrio ya es inevitable y solamente quedara por ver a donde se desplazara el santa con su olla y sus putas.